lunes, 7 de octubre de 2013

El señor de las tinieblas








Las olas de elevar el alma a no sé donde, invita a los usuarios a hacer una sarta de monigotadas bajo el manto de que encontrarse con uno mismo implica adquirir experiencias en partes del mundo o realizar acciones inhóspitas, para luego comentarlas como increíbles. ¡Todo es super y mágico y bla bla bla! los genios abundan, andan pululando por las redes sociales. Se curte anteojos y se sacude un vaso, mientras se dicen cosas al voleo para reafirmarse como una eminencia lucida. Estas rodeado de gente que no se escucha, que mira con fascinación la "cultura" y despierta vehemencia o desinterés por lo que se pueda a llegar a presumir como contracultural o contenga un discurso ajeno a la fanfarria.

Olas predispuestas a ceder por, aunque sea, sentir de cerca piropos de corazones despojados de carácter y nutridos por sustancias que no cubren ni llenan un gramo de inquietud. Hordas deseosas de una figura, sacralizando a todo aquel que reniegue un ratito contra algunos ordenes establecidos, pero luego van a seguir del lado del amo y señor de las tinieblas.

Declarados admiradores de la falta de novedad, comprenden reuniones donde poder endulzarse el ego uno al otro y mostrarle el camino del clan. Sin quebrar ninguna puerta de la percepción, andan ufanados de conocer la libertad. El señor de las tinieblas, le cuenta suaves historias al oído para que el carril no pierda su sendero y quiera pasarse al bando visceral. 

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