sábado, 1 de septiembre de 2012

Blajaquis, un 0800 denuncia y la Educación popular


El relato no comienza solo continua contando lo que transcurre en el fluir de los días. La intención no es impresionar a nadie, más bien solo son resacas que refleja una vida cargada de complicaciones. Siendo benefactor de sus propias flatulencias el impostor; los más sabios de la cuestión, dicen que para alivianar este paso por aquí hay que ser un cero a la izquierda. Por eso nos encontramos con un panorama bastante hipócrita, parapetado de amistades incoherentes prontas a la velocidad de estos tiempos hiper modernos y pornográfico.
Tenemos a un tipo que quiere cerrar “El Borda” para construir más oficinas que van a habitar inútiles que se encargan de decirle a los docentes que se burlan de ellos porque parodian su lamentable conducción de la educación. Este intento de político quiere censurar a El Eternauta, y pone a disposición de la conservaduría un 0800 de denuncias para que sigan cumpliendo su rol de vigilantes de la cultura. Ahora, no se olviden que este señor esta en problemas por acusaciones que se le hacen de escuchas telefónicas ilegales ¿Estos procedimientos no te hacen acordar a una época?
Detener el ritmo cardiaco cuando aumenta sus pulsaciones por la ingratitud de saberse mortal, es un tanto difícil. Lo que no me parece difícil es defender la Educación popular. Lo único que nos queda es vernos involucrados en esta contienda, aunque sea por unos minutos de felicidad. Hay que rajarse de las murallas que intentan poner en el camino y no confundir a la política con burócratas que la vienen ensuciando. La herramienta más democrática para debatir son las asambleas y eso es algo que se impulsa desde los bachilleres populares, fabricas recuperadas y distintas autogestiones.
La calle es el territorio donde las voces se hacen escuchar. Por suerte hoy tenemos a un Camilo Blajaquis que escribe y publica libros desde su barrio Carlos Gardel. Este pibe salió de estar preso con la cabeza decidida a hacerles entender a los referentes y pulidores de la “Cultura”, que también escribe a conciencia de la situación y con bellezas que le pegan una patada en el culo a los retrógrados. Palabras alejadas de gestos populistas y escritorios, nos trajo una prosa distinta, repleta de sentimientos que nosotros la clase media nunca vamos a entender.

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