jueves, 12 de abril de 2012

Mi suegro Piquetero

 Coautora de la historia: Mercedes Marchisio






1


A la salida del recital, caminé junto a ella. Intente mirarla con cierta complicidad por todo lo que habíamos vivido en ese show, y tan solo me devolvió una sonrisa al pasar. Necesitaba besarla, para que el fin de semana sea completo. Arrancar la semana, sin nada, es deprimente. Y no solo eso, lo peor es cuando me levanto de la agitada noche y me encuentro, con una mesa de caras fastidiadas con la vida. Mi padre, con su cigarro entre los dedos, los lentes a mitad de nariz y con el diario en sus manos, diciendo:
- Este país, esta lleno de hijos de puta. No te das cuenta que los bolivianos y los paraguayos, nos están quitando el trabajo. Y esto no es nada, lo peor es cuando se te meten en las villas, a vender droga. ¡Negros de mierda!
Al principió le doy un poco de atención a sus gritos pero a los pocos segundos, me tengo que levantar e irme, porque las discusiones políticas son una constante y se ponen arduas. Mi madre no la pasa nada bien, cuando sucede esto y tan solo opina, que la figura política por excelencia, será siempre: Peron. Ella no suele hablar sobre estas cuestiones, descree de la política. Solo habla de Peron, por su padre. El fútbol, también suele ser un gran tema de discusión y no porque discrepemos en los equipos, si no por el juego que nos gusta a cada uno. En esta casa somos de palabras fervientes, casi no existen los matices y mi preocupación empieza a existir por esto: tengo que presentar a mi novia en casa. Mis padres con tono convencional y conservador, me lo están exigiendo. No debería tener pudor a hacerlo, ella no va a generar el dilema, el problema va a ser cuando tenga que juntar a las dos familias. Los padres de ella son piqueteros, que viven de planes sociales y mis padres, son dos empleados de clase media, que todo el tiempo protestan por estas cosas. Yo creo que este cruce puede ser el disparador de una catástrofe. La tengo difícil.
Todavía no me puedo olvidar, esa vez que veníamos de la casa de unos familiares: mi padre, mi madre y yo. Volvíamos en el auto hablando bobadas, mi padre se detuvo frente a un semáforo que se puso en rojo y mientras esperábamos para avanzar, un chico que se encontraba allí, limpiando los vidrios por unas monedas, se acerco al auto y ofreció sus servicios. Mi padre le dijo que no, un poco fastidiado por la situación y el chico, le hizo un gesto como para que le diera una moneda. Así fue entonces como, la poca paciencia de mi padre se agoto y le lanzo una escupida terrible. El chico se corrió hacia atrás y pudo esquivarla, pero tuvo la mala fortuna de que un auto que venia de frente lo atropelló y le provocó una cuadriplejia. A causa de esto comenzamos a recibir amenazas, todos los días y a cualquier hora. Es por esto que nos tuvimos que mudar, a donde vivimos actualmente, pero no puedo revelar donde es, por ordenes de mis padres.
Me rompo la cabeza pensando, como voy a hacer para presentarle a la familia de ella, pero no se me ocurre nada astuto, como para hacerlo. Todo lo mínimo que se me hace presente como idea, es conducente a un drama filial. No me puedo sacar de la mente, lo que va a hacer cuando estrechen sus manos ambos y mi padre le haga su típica pregunta: “¿A que te dedicas?”.
Mi novia, sufre por esto: quisiera que sus padres fueran otra cosa, no acepta la imagen que dan. A raíz de esto, discutimos diariamente porque no me gusta que diga esas cosas. Cuando pasa esto, ella me dice que tengo la mentalidad de sus padres. Empieza a reprocharme que no tengo ni idea de lo que estoy defendiendo.  La última vez que paso algo así, sacó una caja llena de recortes de diario y algunos cascos de bala, que tenia de recuerdo de las últimas marchas a las que había asistido con sus padres. Me decía, con lagrimas en su cara: - Vez estas balas, que tengo acá. No quiero que tus pelotudeces sociales te lleven a tener una de estas en la cabeza. No me importa que no te guste lo que te digo, quiero salvarte de la misma estupidez que están haciendo mis viejos. Los están usando y los muy boludos, se creen que son “el che” Guevara.
Siempre que podía aprovechaba estas discusiones y me decía esto. Primero la dejaba hablar, para que se descargara con todo lo que pensaba con  respecto a esta situación y luego, de forma calma, le decía:
-Yo entiendo todo lo que decís, pero tenes que entender que todo eso que estas diciendo, es porque no queres seguir la misma pendiente que tus padres. Es decir, si tus padres hubiesen sido músicos, a vos te hubiese costado, seguir su mismo camino. Todo esto, es un rechazo a la figura de tus padres. Necesitas despegar de ellos diferenciándote y la mejor manera que encontras es reprochándoles su acción social.
Ella se enojaba el doble, cuando le tiraba estos sermones. Me contestaba, medio entre dientes: “otro che Guevara más”. A pesar de estos conflictos, que estaban a la orden del día, también intentábamos planificar como haríamos para efectuar la presentación de nuestras familias. Esto consistía en pensar un poco y llorar otro tanto, por el abatimiento que sentíamos, cuando nos dábamos cuenta de que era más imposible, que posible.
De regreso a casa, sin nada definido, encontré a mi madre en la mesa de la cocina llorando desconsoladamente.
- ¿Qué paso Ma?
- Tu padre, hijo. Se quedo sin trabajo. Lo echaron como a un perro, por reducción de personal – dijo desconsoladamente
- No te preocupes, seguro va a encontrar otra cosa. No te olvides, que el viejo es un busca vidas – dije casi adultamente
- ¡Pero que decís, hijo! Que buscas vidas, ni que nada. Tu padre, es un culo sentado, que espera que las cosas le caigan del cielo. Todavía no te diste cuenta, que solo sabe vivir cuando tiene guita.
- No digas así. Dale una oportunidad, con esto que le paso se te va a tener que mover seguro. Vos sabes que nunca le gusto, no ser el jefe de familia.
Entre llantos y algunas palabras más que cruzamos con mi madre, se acercaba el momento de tener que decirle, que estábamos organizando con mi novia una presentación formal de las familias.
- Se que esto que te voy a decir es un poco descolocado, pero la semana que viene, ya es la presentación de las familias. Así hay que levantarle el ánimo a papá. Puede llegar a ser demoledor.
A mi madre no tuve que explicarle demasiado sobre la situación, ya le había adelantado algo sobre los padres de ella. Se lo tomo bastante bien pero estaba desorientada con respecto a la reacción que podría llegar a tomar mi padre, pero no perdía las expectativas. Al día siguiente, me levanté con todos lo ánimos por las nubes y me encontré con mis padres en el desayuno. Mi padre cariculico, leyendo el diario, acotaba sus frases matinales: - ¡Negros de mierda! Estos piqueteros, mal nacidos que le perturban la vida a las personas normales. En Europa esto no pasa, querida, porque allá existe el respeto por el otro – Mientras terminaba de escuchar sus agravios a todo el mundo, con mi café a medio terminar, le dije:
- Papá, la semana que viene, van a venir los padres de mi novia a comer un asado. Quiero que los conozcan, así me dejan de perseguir todos los días con lo mismo.
- Esta bien, sabes que no hay problema. Ahora yo te hago una pregunta ¿por qué no me queres decir a que se dedican?
- Porque prefiero, que tengas motivos de conversación para conocerlo y ese es un buen motivo, para iniciar una charla.
Con todo casi controlado, para realizar esta juntada. La llamé a mi novia y le comente con gran entusiasmo, que ya estaba todo listo. Un poco asustada, lo primero que me pregunto, fue: si le había dicho a mi padre, a que se dedicaban los suyos. Le conteste que no había dicho nada. Ya no me importaba lo que pensaran.
Desde mi lugar, intentaba calmar las aguas, no quería generar ningún tipo de clima de tensión. Todo quedaba en manos del bendito azar.
       

     

2


El asado crujía, haciendo desear. - ¡Timbre! – dijo mi novia. Fui hacia a la puerta: eran los tan esperados invitados. Pasaron dando algunas carcajadas, por algún chiste al pasar y se encontraron con mis padres. Se saludaron amablemente y el padre de ella, saco de su bolso, un obsequio.
- Esto es para ustedes – le dijo a mis padres
Lo agarro mi padre con gran entusiasmo y comenzó a romper el paquete. Ansioso, se deshizo del papel y se encontró con un libro de Karl Marx: El Capital. Primero, lo miro con sorpresa, levantó la mirada y los miró a ellos. Agradeció cortésmente y se lo dio a mi madre para que también lo mirara. En esos minutos de silencio, el padre de ella, dijo:
- Su hijo me dijo que le gustaba leer filosofía. Pensé que este le podía llegar a gustar – dijo casi con complicidad
Mi padre lo miró nuevamente, lanzo una sonrisa confusa y los invito a pasar a la mesa. El asado, con dejos de excelencia. Impuso una sobremesa fabulosa: desde café a increíbles postres. En ese momento álgido del encuentro, mi padre se rompió a llorar, a causa de lo que le había sucedido con su empleo y también ayudado por la ingesta de alcohol. Quedó como el punto de atención por varios minutos. Trataron de calmarlo: el padre de mi novia contó algunas anécdotas, de sus experiencias como piquetero, para trasladar la atención a otra esfera. Yo sabía que eso seria peor, porque comenzaría la discusión política. Ya era tarde para interrumpir, mi padre lo estaba escuchando con mucho detenimiento. Habló más de una hora sobre esto, cuando paro tomar algo, mi padre aprovechó la oportunidad y lo interrumpió, y dijo:
- Así que sos piquetero – arremetió sin pudor
- Si, esto comenzó en el 2001. Gran parte de mis amigos y allegados se quedaron sin trabajo y decidimos formar una cooperativa de lucha. Se puede decir que al momento hemos obtenido buenos resultados.
- ¡Ah mira vos! ¿Y vos crees que esto, es buscar trabajo – pregunto, ya un poco más alterado
- Calmese buen hombre. Es una alternativa de lucha frente a la precarización laboral – dijo pedagógicamente
- No me vengas con macanas a mi. Eso es una alternativa a la vagancia – dijo, encolerizado al maximo
- A mi no me va a gritar asi, ¡eh! O se calma o vamos tener que hablar en otros terminos
- ¿Ah me estas amenzando? Que vas a hacer: vas a traer a tus amiguitos para que me hagan un piquete en la puerta.
Con toda una armonia desmadrada, tuve que interceder casi a los gritos para que se calmaran. Mi novia lloraba sin parar, gritando: ¡Yo sabía que esto iba a ser imposible! Los padres de ella, se pararon y se fueron, al grito de: “ Fachos” . Mi padre detrás de ellos, casi como echandolos, les gritaba: “Vayan a laburar, manga de vagos” y todo se  había convertido en la belicosidad pura.
A la noche, un poco más calmado y deprimido por su falta de trabajo. Mi padre habló con mi madre, casi avergonzado por lo que había pasado. Creo que no me va quedar otra alternativa para conseguir un trabajo que acercarme. Mañana mismo me pongo en contacto con este tipo, le pido disculpas y…





No hay comentarios:

Publicar un comentario