lunes, 12 de marzo de 2012

INCOMPLETOS...



La televisión está encendida hace más de dos horas y los programas no paran de pronunciar la avalancha de noticias. El apocalipsis ya pronto será y mi sillón tiene el sistema reclinable un poco averiado, así que me tuve que mantener frente a la pantalla de forma erguida. En ese momento pensaba, mientras trataba de arreglar mi sillón, que cantidad de periodistas hablando de lo mismo y todavía ninguno me informo nada importante. Es muy probable que estas cadenas noticiosas sigan haciéndole el caldo gordo, a los perfectos señores del progreso y todavía me animo a más, diciendo: que el maquillaje de la señora, acompañante del periodista masculino, esta tan buscado que el suspenso en las noticias de inseguridad, ni siquiera me generan ninguna adrenalina. El aburrimiento ya era bastante pronunciado, así que me paré de enfrente de la tele y me dirigí al baño, en busca de mi revista sobre grandes hazañas. Hojee un largo rato, pensando que sería lo mejor para hacer en estos casos y como nada se aproximaba, seguí una media hora más con la revista.
Dando algunos tumbos en la mesa, giré la cabeza hacia la heladera para motivar un poco mi gula y me encontré con un papel recordatorio, que decía: “Hoy después de las 24 HS, reunión en el bar: Grotesco”. ¡Qué bien! me dije en ese momento y yo que creí, que mi noche se acababa con unas estrofas de Mailer y un sorbo de vino picado. Había que hacer tiempo hasta que se haga la hora, entonces no tuve más remedio que seguir con la revista, un poco más. Después de hojearla dos veces, retorné al televisor y busqué un programa que me entretenga. Primero, pensé en uno de esos realitys, pero intente otro poco, a ver si tenía algo más de suerte y me encontré con un  documental de Hunter Thompson, el famoso creador del periodismo “gonzo”. Estaba casi por el final, pero era la mejor opción de todos los canales que había recorrido. De manera que le presté mucha atención a lo poco que le quedaba, no todos los días se encuentra uno con estos locos de tamaña envergadura, para colmo justo se desarrollaba la parte en que Thompson se empieza a postular para candidato a Alguacil y una de las particularidades de su propuestas era la legalización de la marihuana. Afirmaba que así se evitarían menos muertos por tratar de conseguirla e incluso, hablaba de una mejor lucha contra los dealers.
El documental ya llegaba a su final y mi constante cabeceo se hacía más intenso. Solo faltaban quince minutos para tener que irme. Como no podía esperar más, porque corría el riesgo de que la cama se apoderara de mí, salí como una tromba hacía el bar. Caminé tranquilo, como si cada paso fuera una nueva reflexión y llegue a la conclusión de que no se puede pensar sin alcohol. Dejé en suspenso los de mis pensamientos y apuré mis pasos, mi garganta estaba ávida de una cerveza y una buena charla, con esos vagabundos de mis amigos. Allí estaba el bar de nuestras preciadas reuniones, con sus luces bajas, una pared resquebrajada y necesitada de unas buenas manos de pintura. Allí estaba la casa de todos nosotros, abriéndonos sus puertas lúgubres pero llenas de humanidad. Como era de suponerse fui el primero en llegar, estas clásicas citas se estiman a un horario, pero solo es para darle una formalidad.
La cosa venía para largo y ya no podía hacer prolongar más mi sed, arranqué pidiendo una calma garganta. Por el fondo se aproximaba el mozo levantando su bandeja, esquivando a los habitúes, pero como nunca falta un pelafustán en estos lugares: llegando casi a donde me encontraba se le cruzó un borracho, que a raíz de un empellón sufrido por unos de sus amigos, le volcó la botella a unas de las personas que se encontraban allí, y, así arrancó el primer escándalo de la noche. Este al cual le volcaron la cerveza, se paro enardecido con el mozo y cuando ya estaba dispuesto a darle un revés de derecha, se interpusieron el resto de los mozos, increpando a este cliente y le señalaron al verdadero culpable…            

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