lunes, 12 de marzo de 2012

Amanda


Cansado por un arduo día de trabajo, Juan, se acercaba a la parada del colectivo. La cola de espera se había hecho larga, hacía un largo rato que no pasaba. Entre los que estaban en la fila se preguntaban si la tardanza no sería a causa de algún corte o accidente. Todo quedaba en conjeturas descalificadoras para con los piqueteros. Él, desganado por su espera, decidió sentarse en el cordón para menguar un poco su cansancio. Llevo su mano derecha al bolsillo del pantalón y busco sus cigarrillos, tomó uno, lo encendió y cuando se disponía a dar su primera calada, a unas pocas cuadras se asomo el colectivo. Subió en una marea de gente, el principio del viaje lo hizo sin poder sacar el boleto.
Media hora más tarde el colectivo comenzó a vaciarse y pudo tomar un asiento en el fondo. Faltaba poco para llegar y no tenía música que escuchar, así que saco su libro: Viaje al fin de la noche de Louis Ferdinand de Celine y continúo con su lectura. Cuando pudo encontrar la concentración perfecta con el texto, el colectivo pasó un bache a gran velocidad e hizo que diera algunos saltos en el asiento. Al reincorporarse se dio cuenta que había subido una chica que conocía de su infancia y todavía le seguía gustando bastante. Ella saco el boleto, hizo un recorrido con su vista, por todo el colectivo pero ni se dio por aludida de que había alguien conocido. Él miró un buen rato para donde estaba ella y no hubo caso, la chica se sentó en los primeros asientos.
Unas cuadras antes de bajar, se paró de su asiento para poder tocar el timbre con tiempo. Cuando llego el momento de descender, le grito al chofer que continuara y se sentó nuevamente a esperar que ella se bajase. Se bajaron ambos por puertas diferentes y continuó la marcha detrás de ella. Un poco asustada, la chica acelero su paso. Fue una tarea difícil para Juan, poder alcanzarla. Sabía que si corría, esta gritaría pidiendo socorro.
 Mientras dejaba que se alejara, recordó que en el celular tenía su número, debido a una salida casual que ellos habían hecho conjuntamente, por un amigo en común. Sin pensarlo, le escribió un mensaje de texto: - No t asustes soy Juan, el amigo de Roberto. Él me dio tu número. T stoy siguiendo xq quiero hablar con vos -  En ese momento, el susto fue enorme y no escuchó que su celular sonó. Recién pudo ver este mensaje cuando llego a su casa. Primero pensó en llamar a Roberto para recriminarle porque había dado su número sin su permiso, pero como estaba cansada, lo dejo pasar.




Tomo una cerveza de la nevera, reposo su humanidad sobre el sillón y le contesto el mensaje a Juan: - No hay problema, pero la próxima vez acércate directamente. No estás en la comisaria de milagro…Mañana antes de que me vaya a trabajar, podemos tomar un café, te parece?-  Juan al ver este mensaje, respiro con más soltura. Esperaba una puteada de novela. Ansiosamente contesto el mensaje, sus dedos tocaban cualquier tecla: - sssí, me parece perfecto. Podría ser a las diez de la mañana, en el bar que está a unos metros de la plaza, no?-
Dejó el celular sobre un mueble y fue a bañarse. Necesitaba relajar su cuerpo, después de tanta adrenalina. Su baño duró diez minutos, salió ansioso a ver la respuesta, pero no había contestado hasta al momento. Puso música, escuchó un tema de tres discos distintos. Apago el equipo. Prendió la tele, hizo zapping varias veces hasta que se decidió, por un River vs Boca, del año 94. A cada momento miraba su celular y nada. Se quedo dormido sobre el sofá, vencido por el cansancio. A las cuatro de la mañana despertó de sopetón, sin entender lo que ocurría. Fue directo a su teléfono y se encontró con la tan esperada respuesta: - Bueno dale. Hasta mañana!
A las siete se levantó, abrió todas las ventanas de su apartamento, se preparó un buen desayuno y decidió caminar un poco, para hacer tiempo hasta la hora del encuentro. Compró el diario y se dirigió al parque. Leyendo se encontró con un titular que lo dejo perplejo: “Mató a su mujer de 104 puñaladas porque no quiso lavar los platos” e Inmediatamente pensó: ¡Que machistas del carajo, después se quejan de la causa feminista. Estos tipos nacieron para darle forma al sillón! Sin saber qué hacer para agotar el tiempo hasta las diez, comenzó a darle de comer a unas palomas que se le acercaron. Esto provoco que en pocos minutos todo su alrededor se viera invadido de las mismas. Levantó su mirada y se dio cuenta que a lo lejos, estaba ella con ropa de gimnasia. Hizo varios movimientos con sus pies, en busca de ahuyentar a las palomas, para liberar su paso. Caminó varios metros hasta donde estaba la chica y se detuvo delante de la misma. Como se encontraba haciendo algunos ejercicios de elongación, al principio no registro que él estaba ahí. Chisto varias veces con la fortuna de que en el último chistido, justo cuando ella vio que estaba ahí, se le escapo un poco de saliva. Se limpio rápidamente y dijo:



-Parece que no teníamos que esperar hasta las diez.
- Así parece – dijo insulsamente.
- Que bueno haberte encontrado ahora, hace rato que quiero hablar con vos.
- Ah sí. ¿De qué? – dijo, fingiendo sorpresa.
- Necesito que sepas, las cosas que me pasan al verte. Sé que vas a pensar que ni siquiera te conozco, pero todo empezó esa noche que nos cruzamos por casualidad en aquel lugar, por el cumpleaños de Roberto.
- Si lo recuerdo, por cierto ni me lo nombres a Roberto. Estoy enojada porque te dio mi teléfono sin permiso.
- Si, pero él no tiene la culpa. Yo le insistí para que lo hiciera y si no te llame, fue porque estaba esperando encontrarte. Date cuenta que recién después 8 meses te crucé y no puedo perder esta chance.
-.Antes de que empieces, quiero avisarte que tengo marido – dijo de manera cortante.
- Si lo sé, pero dame la oportunidad de que te muestre lo que es mi casa desde que te conocí.
- ¡Pero qué te pasa, estás loco! ¿Cómo se que no vas a intentar nada raro?
- Antes de pasarme de listo, prefiero descreer del amor – dijo en tono suave y acogedor.
- Bueno vamos, pero solo quince minutos – soltó desconfiada.
Camino a su casa, él se detuvo ante un vendedor de flores y le obsequió dos imponentes rosas. La chica agradecida por este acto continuo la marcha. Casi llegando, le aclaro que no se asombrara por lo que iba a ver. Abrió la puerta, ingresaron y ella se quedo detenida por unos segundos observando las paredes. La casa estaba decorada con todas las fotos que él le había tomado a ella en diferentes ocasiones, pero siempre sola. También la pared se encontraba tapizada con el poema que este había escrito, titulado con el nombre de la chica: Amanda. Ella sin decir nada por lo que había visto, se marcho de la casa corriendo. Él grito varias veces su nombre pero no volvió. Resignado se dejo caer en la cama, sabía que era el final. Comenzó a sacar todo de su pared y sin romper nada, guardó todas las cosas en una caja. Esa noche durmió sin comer y con la televisión encendida. Aproximadamente a las tres de la mañana se levanto para ir al baño. De regreso a su cuarto escuchó que sonó su celular, era un mensaje de texto desde un número desconocido: - Te espero mañana a las 8 A.M. en la terminal de ómnibus. No trates de entender, después te explico. Créeme, me hiciste renacer como mujer. Amanda -       

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